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Título: El Paraíso - Autor: Posedeia

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Mensaje  Admin Miér Abr 07, 2010 9:51 am

En la mesa del fondo había un grupo de hombres que parecía se lo estaban pasando muy
bien, con la mirada busqué a sus amigas que me hicieron señas desde la mesa más
cercana a los alegres fiesteros. Sólo de pensar que debía pasar al lado de los chicos me
empezó a palpitar el corazón y a sudar las palmas de las manos, deseé por una vez no
escuchar comentarios, ni buenos ni malos, no quería oír nada sobre mi culo, mis tetas o
cualquier otra zona de mi anatomía.
A unos pasos del objetivo, pude distinguir el brazo del que se sentaba en la esquina, era
tan musculoso y grande como mi muslo, el dueño de semejante arma volvió sus ojos
hacia mi al sentirse observado, unos ojos azules enormes que hipnotizaban, uno de sus
amigos comenzó a darle codazos sin ningún tipo de disimulo, al lado del coloso parecía
un chaval de quince años, aunque era evidente que doblaba esa edad, el eterno
adolescente, con una mirada verde y la sonrisa del que se sabe guapo.
Evité prestar atención a las palabras que me dedicaron y me senté con mis amigas que
descaradamente intentaban ligar con los vecinos, ya habían hecho su elección, cada una
acorde a sus gustos. Yo no tenía muchas ganas de juerga, después de haber sido
despedida la semana anterior; a pesar de eso eché un ligero vistazo, además de los dos
en los que ya me había fijado al entrar y los cuatro que ya habían sido declarados
propiedad privada, quedaban varios más; me pareció extraño que cada uno a su manera
fuesen todos tan atractivos, el más delgaducho sentado sobre el respaldo del sofá tenía
un aire chulesco a lo James Dean, enormes ojos marrones, con una sonrisa burlona
miraba a su alrededor mientras daba tragos a su cerveza y fumaba un cigarrillo tras otro,
a su derecha se sentaba un gigante con aspecto de dios vikingo y a su izquierda el
formalito del grupo, no parecía sonreír nunca, no le fuese a provocar agujetas.
Di un respingo cuando mis amigas se levantaron y fueron a sentarse entre los chicos,
durante unos segundos permanecí sola en la mesa.
Sentada bajo el chulo, entre el adolescente y el borde me preguntaba porque en los
breves instantes que tuve para elegir no había salido corriendo por la puerta del pub,
distraída por los golpecitos que me daba una de mis amigas por debajo de la mesa, no
me había enterado de lo que me estaban diciendo.
Estaban hablando de cuanto tiempo habían pasado sin sexo, mis amigas estaban
muertas de risa esperando mi respuesta, una de ellas contestó por mí.
- tres años lleva, si no nos ha engañado en todo este tiempo
Todos volvieron sus ojos con la incredulidad en su mirada hacia mi, estoy ya
acostumbrada a esa reacción, primero el asombro y después los consejos, siempre
permanezco callada escuchando, pero ese día algo se rebeló en mi interior.
- tampoco es tan extraño, no tengo pareja así que de hacerlo tendría que ser con
desconocidos y aunque los hombres en vuestra gran vanidad os penséis
Superman, la verdad es que la mayoría sois mediocres y para quedarme igual
que estaba prefiero montármelo yo sola.
- ¿cada cuanto? – la voz me llegó desde encima de mi cabeza
- Cada cuanto ¿qué?
- Que cada cuanto te lo montas tú sola
Más miradas, debería haberme quedado en silencio, quien me mandaba meterme en
estas conversaciones.
La voz sonó más cercana, los labios rozaron mi oreja, preguntando de nuevo.
- todos los días
Sonoras carcajadas hicieron que el resto de las personas del pub se volviesen para
ver que era tan divertido
- y ¿qué usas?
Estaba claro que no iba a soltar su presa ahora que algo había llamado su atención.
- les hago fotos a los tíos coñazo que acabo de conocer y después me lo hago
mirándola
De nuevo, el susurro en mi oído, esta vez incluso pude sentir el flequillo rozando
mi mejilla
- me la estas poniendo dura. Esta vez porqué no varías y lo haces sin foto, con el
coñazo de carne y hueso
No se podía ser más imbécil, estaba a punto de mandarlo a la mierda, cuando una
mano se posó sobre mi muslo avanzando hacía las braguitas que para mi sorpresa
estaban húmedas, tanto tiempo, era normal que cualquier cosa me calentase. Era la
mano del adolescente que cada vez subía más; al no haber más preguntas los demás
se habían ido ocupando con sus asuntos y ninguno parecía prestar atención a lo que
pasaba por debajo de la mesa.
Cuando me introdujo un par de dedos en la vagina, mientras que con el pulgar
comenzaba a masajear sufrí tal sobresaltó que sin poder evitarlo mi mano apretó la
pierna que encontró al lado, casi derramó su bebida al sentirse agredido de repente,
intenté disculparme, pero tan solo logré emitir un suspiro..
Pensé que se enfadaría pero para mi sorpresa, un gran bulto pugnaba por salir de los
pantalones del borde, está vez si le vi sonreír y la sonrisa se amplió cuando al poner
su mano sobre mi se encontró con la de su compañero.
No quería montar un numerito orgásmico allí delante de todos, así que intenté salir
saltando por encima del sofá, el zapato quedó enganchado en alguna de las múltiples
piernas que ocupaban el asiento, haciendo que perdiese el equilibrio y cayese
arrastrando al curioso que con sus preguntas había iniciado todo.
Me levanté con las piernas temblando y en voz alta dije que iba al coche a buscar
algo que se me había olvidado; cuando estaba abriendo la puerta una mano se
introdujo debajo de mi vestido; allí estaban los tres como lobos hambrientos ante un
corderito.
El chulo me cogió de la mano y me llevó hasta una furgoneta aparcada allí cerca, no
se pronunció ni una sola palabra durante ese corto trayecto, nada más cerrar las
puertas traseras el más callado me tumbó, levantando el vestido y arrancando las
diminutas bragas, enterró la cabeza entre mis muslos, otro de los otros dos ya no
sabía cual ni me importaba me introdujo la polla enorme, larga y gruesa en la boca,
mientras el otro chupaba y mordía mis pezones provocándome contracciones de
placer.
Cuando yo estaba a punto de explotar de éxtasis, dejó de lamer mi vulva chorreante
y me penetró tan profundamente que provocó que a mi vez me tragase entera la
verga que tenía en mi boca, al ritmo de las embestidas iba lamiendo, chupando
incluso mordiendo hasta que sin poder resistir más me tumbó sobre su compañero y
me penetró por detrás, adaptando su ritmo al del otro, creí que me iban a romper
cada uno empujando tan fuerte que mis pechos parecían salir disparados con cada
nueva acometida.
Una mano me agarró del pelo violentamente, acercando mi cara a un nuevo pene
desconocido, éste también muy bien dotado, con sus manos iba marcando la cadencia
que él quería, fue engordando más y más en mi boca, durante unos instantes pensé que
me ahogaría, un líquido viscoso comenzó a deslizarse por mi garganta, desbordando mis
labios, fue como el disparo de salida, noté como los otros dos también se corrían dentro
de mí empujando profundamente una última vez.
Mientras me quitaba de encima del borde, mi mirada se cruzó con los ojos verdes del
que se había corrido en mi boca y supe que quería más, yo también quería más, me
senté frente a él con las piernas abiertas para que tuviese una visión perfecta y comencé
a masturbarme, se sentó muy cerca pero sin llegar a rozarme y comenzó él también a
tocarse, los otros dos al vernos se excitaron de nuevo e hicieron lo propio con sus
manubrios.
Estábamos los cuatro rozando el cielo, cuando sonaron unos golpes en la furgoneta, no
podíamos parar en ese momento, las puertas se abrieron y me encontré cara a cara con
el coloso, sus ojos azules se clavaron en mi coño húmedo aún manchado por semen de
varios de sus amigos. Cerró las puertas tras él y arrastrándome por los pies me penetró
tan salvajemente que hizo que clavase las uñas en la moqueta arrancando trozos de ésta,
en unos segundos me vi de nuevo rodeada por enormes y erectas pollas que ahondaban
en mi cuerpo una y otra vez.
Tatuajes, caras, torsos, brazos, pies, se mezclaban en mi mente, rodeándome,
convirtiéndose en manchas borrosas, llevándome al paraíso del clímax una y otra vez.

** Relatos publicados con el consentimiento de sus autores. Prohibida la reproducción total o parcial.

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