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Título: Amantes de la noche - Autor: Maduixa

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Mensaje  Admin Miér Abr 07, 2010 9:10 am

AMANTES DE LA NOCHE

La suave brisa de la playa entraba por la ventana y hacía ondear las cortinas. La luna,
testigo de todo, iluminaba dos cuerpos inmóviles. Andrea se despertó en medio de la
noche. Aún notaba el calor de su cuerpo ardiente, las caricias, los besos… notaba como
se le erizaba el bello con cada recuerdo vivido. Lentamente, se fue acomodando en los
brazos de Daniel. Pasó una pierna por su cintura, encarcelándolo. Éste, tras un
murmullo, abrió los ojos. Se encontró con una mirada azul penetrante. Puso una mano
en su mejilla y la besó vorazmente. Fue bajando la mano poco a poco, acariciando cada
centímetro de su piel, hasta encontrarse con uno de sus pechos. Dejó que su mano
jugara con él, primero tocándolo suavemente, luego estrujándolo un poco, presionando
el pezón, duro… y al mismo tiempo notaba como la sangre latente y la fuerza se iba
concentrando un poco más abajo.
Andrea apretó sus piernas, acercando su cuerpo junto a él. Notó como iba rozando su
sexo con el creciente y duro miembro. Daniel decidió seguir su recorrido: dejó atrás su
pecho y bajó por la barriga, acariciando cada curva perfecta de su cuerpo, el ombligo, el
vientre, las ingles… éste último gesto hizo que Andrea se estremeciera. Ella pasó sus
extremidades por su cuello, acercándolo más aún a su cara. Daniel la cogió con el brazo
libre por la cintura, atrapándola. Sus dedos presionaban y jugaban con sus labios
menores mientras su boca se iba deslizando hacia su cuello. Notaba como poco a poco
su cuerpo iba respondiendo a cada uno de sus gestos.
Andrea bajó su mano bruscamente hacia su pene, cogiéndolo firmemente. Daniel gimió
levemente ante el inesperado contacto y se dejó llevar. Ésta comenzó a masturbarlo
suavemente con un vaivén. Daniel notaba como el placer iba apoderándose de cada
centímetro de su cuerpo, de cómo oleadas de calor le iban y venían. Andrea notó la
tremenda dureza y tamaño que ahora tenía, así que decidió cesar, ya que no quería
dejarlo llegar aún.
 No… no pares… -gimió Daniel.
Andrea sonrió burlona y le mordisqueó el labio. Retiró poco a poco su mano y lo
abrazó.
 ¿Con que quieres jugar…? –dijo algo travieso.
Daniel introdujo un dedo en su vagina lentamente. Ésta dejó ir un gemido delatador de
placer. Comenzó a meter y a sacarlo poco a poco, hasta que la velocidad fue
aumentando considerablemente. De repente, metió dos. Andrea se mordisqueó el labio
para no gritar. Daniel comenzó a lamerle el cuello vertiginosamente mientras la iba
masturbando cada vez con más velocidad y fuerza. Su pequeño cuerpo se movía al son
de sus dedos, hasta que los sacó. Antes de que pudiera reaccionar, la penetró. Andrea no
pudo evitar gritar. Lo notaba duro dentro de ella, moviéndose con pequeños botecitos
que la hacían retorcerse de placer sobre si misma, pero él la tenía tan bien agarrada que
le era imposible moverse. Él mismo era quien la zarandeaba a su antojo.
Andrea comenzó a jadear. Daniel sin dejar de penetrarla, se puso encima de ella
haciéndola prisionera. La cogió de las muñecas y le mordió en los pezones. De repente,
comenzó a botar vertiginosamente. Andrea gemía sin poder parar, esperando el orgasmo
que se iba avecinando. Pero en ese mismo instante, Daniel dejó de botar y sacó su
miembro. Deslizó una mano hasta su vagina y lo acarició. Estaba muy húmedo.
Introdujo dos dedos en aquel gelatinoso lugar y seguidamente los lamió. Aún con el
gusto de su jugo en la boca, la besó frenéticamente, haciéndole saborear su propio flujo.
Volvió a introducir dos dedos en su vagina mientras la besaba. Comenzó a lamer su
cuello, para luego pasarse a los pezones. Seguidamente bajó al ombligo y en menos de
un suspiro, comenzó a lamerle el clítoris mientras la iba masturbando. Andrea ante tal
placer, lo agarró por el pelo fuertemente. Su cuerpo respondía con cada lametazo. Sus
caderas se iban moviendo hacia arriba y hacia abajo, haciendo que su cara hiciera aún
más presión sobre su sexo. Daniel lo mordisqueó suavemente y sacó sus dedos. La
agarró fuertemente por las piernas y las abrió más de lo que ya estaban. Acercó su cara a
su vagina e introdujo su lengua en ella. Comenzó a moverla de arriba abajo, haciendo
suaves círculos… Andrea no podía soportarlo, iba a llegar al mejor orgasmo de su vida.
Daniel levantó la mirada y la vio a punto de estallar. Paró en seco. Ésta lo miró
fijamente sin saber el motivo, pero éste le sonrió.
 ¿Porqué…? –preguntó jadeante.
Pero no le respondió. Simplemente la cogió en brazos y la sentó sobre si mismo. La
penetró duramente. Notaba como llegaba hasta el fondo. Andrea se dejaba llevar, ya que
era él quien marcaba el ritmo. Ambos jugaban con su peso para conseguir mayor placer.
De repente Daniel dejó de penetrarla y le acarició la cara. Ésta lo entendió a la
perfección con sólo mirarlo. Sin vacilar y con prisa, se dirigió a su pene y se lo
introdujo en la boca. Comenzó a masturbarlo con frenesí haciendo que Daniel gimiera
cada vez más. Éste le bajaba aún más la cabeza, tanto, que casi le llegaba a la garganta.
Andrea notó como unas gotas de semen recorriendo su boca. Daniel estaba a punto de
llegar al orgasmo. Se sacó el pene de la boca y se puso de espaldas a él. Éste la hizo
ponerse a horcajadas y la penetró analmente. En un primer momento, Andrea gritó de
dolor, pero de placer a la vez. Lo había hecho bruscamente, pero estaba tan excitada que
le dio igual. Tan sólo quería que él la tomara al máximo e hiciera de ella lo que quisiera.
Ambos comenzaron un vaivén sin control. La patas de madera de la cama crujían al son
de sus gemidos, guiados por sus movimientos. Daniel la cogió por sus pechos y los
apretó. Comenzó a penetrarla más rápido aún. La sacaba y la volvía a meter entera hasta
el fondo. No gemir era imposible. El placer que ambos sentían era demasiado.
Daniel la sacó del ano y volteó a Andrea bruscamente. La puso boca arriba, se puso sus
piernas apoyadas en sus hombros y la cogió de las muñecas. Seguidamente, la penetró.
Estaba tan duro y erecto, que no tuvo ningún problema para metérselo. En esa posición,
Daniel la podía penetrar con profundidad. Andrea sentía como su pene golpeaba sus
paredes brutalmente. Notó como su miembro se hizo más duro que antes y la presión se
iba haciendo mayor. Era como si le fuese a desgarrar todo su sexo por dentro, pero le
producía un placer inmenso sentirse llena. Poco a poco comenzó a venirle un orgasmo.
Daniel no pudo más y eyaculó dentro de ella, inundándola con su semen.
Andrea notó como el cálido líquido se extendía dentro de ella, haciéndole sentir una
sensación única y placentera. En ese instante, su orgasmo se estaba haciendo presente.
De repente, un último gemido de éxtasis salió de su boca. Notó como palpitaba su
clítoris ante tal excitación.
Daniel la abrazó por la espalda y se dejó caer en la cama con ella presa entre sus brazos.
Andrea volvió a acurrucarse y al poco rato ambos se quedaron dormidos. La suave brisa
de la playa entraba por la ventana y hacía ondear las cortinas. La luna, testigo de todo,
iluminaba dos cuerpos inmóviles exhaustos de placer.

** Relatos publicados con el consentimiento de sus autores. Prohibida la reproducción total o parcial.

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