Título: Barra contrabarra (X) - Autor: Terminus

Tan sólo llevaba unas semanas de relación, única y exclusivamente a través de
internet, pero ya creía estar enamorada de él. O, al menos, locamente enganchada. Sobre
él, apenas sabía nada, ni siquiera su nombre, pues se hacía llamar únicamente “X”,
aunque sí sabía lo que le hacía sentir, que no era precisamente poco. Ansiaba que el sol
se pusiera todas la tardes para conectar el ordenador y encontrarse entonces con su
amante, con su pasión. En cuanto comenzaba a chatear con él, un agradable cosquilleo
le recorría la piel, poro a poro, erizándole cada vello de su cuerpo. Al poco de leer sus
primeras palabras en el monitor, apenas podía ya responderle, pues necesitaba
imperiosamente acariciarse y autoconsolarse, gimiendo levemente cada vez que un
nuevo texto aparecía en la pantalla. Comenzaba a palparse con suavidad, apenas
rozando sus turgentes pezones, mientras él le escribía dulces palabras, lentamente: un
susurro a través del wi-fi. Poco a poco, las palabras iban surgiendo más rápidamente y
ella, a su vez, aumentaba el ritmo de sus tocamientos, arañándose y pellizcándose la piel
con ansia desatada, convirtiendo sus tímidos gemidos en sonoros gritos de placer, y
frotando su sexo con gozoso frenesí. Él, aun sin verla a través de ninguna cámara web,
parecía saber o intuir perfectamente el momento en que ella alcanzaba el clímax, o
acaso era el propio “X” quien se lo provocaba a través de sus sugerentes palabras.

Pero él no quería nunca mostrar su imagen, ni ver tampoco la de ella, de hecho.
Mucho menos quería quedar cara a cara, para conocerse.

¿Por qué? –le preguntaba ella, cada vez con más frecuencia−. Si eres perfecto...

Pero él simplemente decía que no. Ni siquiera se molestaba en buscar una
excusa o un argumento.

—Eres tan perfectamente perfecto −le escribió ella en una ocasión−, que a veces pienso
que ni siquiera eres real...

Pero no pudo leer la habitualmente inmediata respuesta de “X”, pues saltó uno
de los fusibles, provocando un corte de electricidad en su piso, que la dejó
completamente a oscuras. Unos minutos después, ya solucionado el problema, podía
entrar de nuevo en el chat y reanudar la conversación con “X”. La respuesta de éste
llegaba, precisamente, en ese mismo momento:

Lo siento, cariño −le decía, aparentemente apurado−, no he podido contestarte antes
porque se ha ido la luz en mi piso, pero ya está todo arreglado...¿te apetece un poco de
sexo desenfrenado?

Ella se quedó unos instantes en blanco, pero decidió no querer pensarlo, y le
contestó que sí, que era lo que más deseba en su vida.


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