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Titulo: La pasión toscana - Autor: Señor Suerte.

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Mensaje  Admin Miér Abr 07, 2010 8:57 am

La mañana era uno de esos mágicos y hechizantes amaneceres con el suave abrigo del calor de la campiña italiana, LA
TOSCANA.

Un hermoso paraje del basto Imperio Romano que vio nacer allí a sus mejores soldados, los hijos de sus campesinos, hijos
de Roma, que nutrían las filas de las legiones las cuales saqueaban y conquistaban allende la Península Itálica nuevas
tierras, para saciar la avaricia del IMPERIO.
Corren tiempos del emperador Cesar Augusto Marco Aurelio EL SABIO. Tiempos de Paz y Guerra se suceden
vertiginosamente. El mundo se arrastra y convulsiona al ritmo de la espada teñida de sangre.Pero, esa tranquila mañana
se podía oler el fresco aroma del rocío que se depositaba sobre el trigo dorado de las tierras de la Toscana.

Desde el llano y sobre las colinas alabeadas como el sable de un gladiador, se podían divisar a lo lejos, bañados por la
brillante luz azul lapislazuli del horizonte, los macizos fardos de paja redondos cual finos pechos de una doncella vestal.

Los caminos de tierra roja rezumaban vaporosas condensaciones blanquecinas a juego con las fuertes respiraciones
forzadas de los dos amantes que se entrelazaban como dos serpientes tumbadas entre las altas hierbas, ocultando la
desnudez de sus cuerpos perfectos.
Al hombre, un macho incomparable y señor indómito de aquellas tierras, le conocían los de su sexo como IL SIGNORE
DE LA SUERTE, temido y odiado por cada celoso marido y novio de la comarca de la Baja Toscana, poseía una extraña
nobleza o raza esculpida tras largos años de dureza y sufrimiento en los campos de batalla.
IL SIGNORE se llamaba, en realidad, MARCO OLIVIUS PRAETORUM, general de la tercera legión romana, la de los
llamados PERROS DEL CESAR, que con base en Tarento, estaba integrada por despiadados hombres flagelados por las
austeras condiciones espartanas impuestas por su condición de guerreros mercenarios.
Entre los de su género, IL SIGNORE, tenía el valor del líder, al que tan solo se les concedía, como gesto de gracia, y como
al resto de sus subordinados, tres licencias en nombre del Dios- Emperador Marco Aurelio.
Licencia para matar, para morir y la de conquistar cuantas mujeres desearan para sí mismos siempre que alimentasen al
imperio con lo que éste demandaba… nuevas tierras, tesoros y riquezas.
Y las mujeres de Roma… valgan los mismos Dioses de todo el Imperio… ohh… las mujeres de Roma, todas se dejaban
conquistar por él de una forma casi insultante, cayendo a sus pies con la facilidad del trigo ante el rápido hachazo de la
hoz.

En lo que concernía a este asunto, a las conquistas y dominaciones sobre el sexo opuesto, IL SIGNORE era
apabullantemente superior a todos, y él se sabía en ventaja frente a los demás hombres.
Las mujeres de toda la Toscana hablaban de él, con una entremezclada sensación de temor y de desmesurado ardor
aderezado por la brizna picante del deseo carnal.
Una reputación ganada entre las féminas que aún no habiendo probado de su miel, le deseaban con lasciva hipocresía,
provocando innumerables conversaciones en cuanto a sus extraordinarios atributos sexuales, que rozaban la vulgaridad ó
en algunos corrillos, la divinidad.
A la mujer que estaba esa mañana entre sus brazos, mujer exuberante, y deliciosa hembra italiana como pocas se hayan
visto en aquellos tiempos… ese tipo de mujer morena de pechos prominentes y con anchas caderas esculpidas por el cincel
de la mano diestra de la Diosa Afrodita a su semejanza, vamos, una Gina Lollobrigida de la época, la conocían con el
apelativo de Mariela la Panadera.
Mariela , era especialista en amasar amorosamente el pan durante las madrugadas, pan que todo un pueblo, el de
Montepulciano, degustaba con ansia cada mañana, como si cada bocado se convirtiese en un suave chupetón a uno de los
finos dedos de la diestra amasadora.
La panadera era deseada por ellos , por los hombres de la comarca , y envidiada y difamada por ellas … siempre con la
excusa de la extraordinaria categoría de sus amores , que iban desde el gobernador regente en la zona, Sixto Fabricius ,
hasta el propio cónsul enviado directamente desde Roma por el emperador para supervisar sus tierras, Octavio Valerius…

Amores que le valieron una reputación de mujer inalcanzable por la que todo hombre se derretía en inconfesables deseos
carnales llegando a escandalizar a los mas castos y virtuosos matrimonios de la comarca.
Una extraordinaria anécdota, de todo el pueblo conocida, pero también discretamente callada, era el sabor exóticamente
variable del pan amasado por Mariela .
El delicioso sabor de cada día, se convertía en determinados fechas en exquisita e insultante perfección, que rozaba el
éxtasis de las sensaciones de un completo coito, pues una vez alcanzado el intenso momento del orgasmo de variados
sabores y matices , el clímax del placer no tendría posibilidad de ser aumentado.
Se especulaba que cuando Mariela mantenía relaciones sexuales con algún afamado personaje, alcanzaba una mágica
fórmula para sus crujientes bollitos, hogazas y roscas, con tal éxito culinario que ese día las existencias se agotaban a
primera hora.
Fuera de las curiosas anécdotas y los contradictorios sentimientos nadie osaba traspasar la línea del cordial y discreto
saludo cotidiano con ella, de forma que las vidas de la gente del pueblo se mantenían en relativa armonía con la suya.

Pero… esa mañana Mariela sabía que su deliciosa producción iba a ser la mejor que iba a producir para el resto de su
vida.

Sabía que su encuentro furtivo con IL SIGNORE, sería el definitivo escarceo amoroso que la iba a encumbrar
definitivamente en su arte culinario.
Lo supo desde el momento que acarició el desnudo torso del varón elegido para la ocasión, preparando su mente para lo
que sería su mágica receta aun no escrita en ningún libro conocido.
También lo percibió cuando rozó los ásperos labios de su buscado y vespertino amante, momento en el que su cuerpo
empezó a relajarse preparándose para la fiesta de sensaciones que iba a experimentar en los instantes posteriores.

Su malva y sedosa túnica decorada con cordones de hilo dorado se deslizó desatada resbalando líquida sobre sus
endurecidos pezones sonrosados, entregando su desnudez con un suave latigazo de la tela al posarse sobre el suelo.

IL SIGNORE, sin embargo, ya solo poseía para ese instante, y como armadura ante la atenta mirada de su acompañante, o
como mínimo atuendo, también se puede decir, un blanco taparrabos de lino, que mal disimulaba los varoniles atributos
sexuales en perfecta armonía con su morena raza latina, atributos sobre los que Mariela tan mal fue adoctrinada en
desmesura, pues contrariamente a lo especulado, sus proporciones eran armoniosamente perfectas.

Fue ese el momento en el que el General Marco Olivius separó sus labios de los de ella y recorrió suavemente con su
barbilla poblada de una fina mata de vello, barba de 3 días, lijando primero suavemente las mejillas de Mariela … para
luego besuquear su cuello y después el hombro… extasiando los sentidos de la hermosa doncella Toscana.

El ritual de pasión empezó a tomar forma inmediatamente después del primer reconocimiento visual corporal mutuo,
reconocimiento del campo de batalla en el que las dos poderosas y opuestas fuerzas sexuales, ya cruzaban estratégicas
miradas dando paso a un delicado ataque de roces y caricias de torsos, cinturas y glúteos. Mariela y Marco se estaban
estudiando mutuamente.

Ella, examinó sorprendida y curiosa el recorrido de sus brazos y espalda, contorneando cada músculo y tendón… cada una
de las innumerables cicatrices mal curadas que, como medallas de vida, adornaban el recio cuerpo de un superviviente
nato.

Él, clavó la mirada en sus verdes ojos esmeralda, con la sensación de beberla con la mirada, pero también intuyendo que
nunca podría saciar su sed de deseo larga e inconscientemente reservada para tal encuentro, calmandola solo en una única
ocasión, pues ya para ese instante la deseaba en eterna compañía de manera posesiva y en exclusividad.

Con un delicado movimiento, agarrando Marco con fuerza las desnudas caderas de la impresionante hembra, la tumbó y
suavemente la depositó en horizontalidad acompañando con sus labios y dedos el febril recorrido hacia los pechos de la
Toscana … y cuando los hubo encontrado sorbió sin timidez sus delicados pezones, de forma amorosa y delicada.

Como el ebrio soldado que saborea el delicioso elixir morado que mana de las centenarias barricas del Vinum Térrae, el
vino de la Tierra, con la sensación de degustar por ultima vez el líquido calmante del miedo antes de la batalla, y
tranquilizado por el suave contoneo de los pechos de la mujuer , como un niño nervioso y excitado se tranquiliza entre los
maternos brazos , el guerrero apaciguó su sed de sensualidad.
Mariela recibió el estímulo como una descarga de sexualidad incomparable a ningún otro acto anteriormente vivido, pues
todo su cuerpo comenzó a hormiguear acalorado, e incomprensiblemente para ella, no podía mas que arquear sus curvas
hacia delante con una entrega absoluta de alguien que se ahoga en una corriente y sabiéndose EL FINAL, se abandona al
descanso de una muerte de placer sin fondo ni conocimiento del mismo…
Entre mutuos jadeos, y gemidos impacientes, con la frente y su larga melena negra cobalto reluciendo hacia atrás, se dejó
poseer completa e inconscientemente por tan bravo hombre de las estepas.
Marco aun sabiendo de su amplia experiencia sexual con otras mujeres, entendió que esa mujer era el templo… el altar del
templo , el oráculo del altar del templo … que nunca supo donde buscar ni encontrar… y comprendiendo que el juego ya
no era el de siempre, iluminado al instante con un fugaz chispazo clarificador, su reacción instintiva fue la de que debía ser
él el que debía improvisar de nuevo ante lo desconocido, como tantas veces hizo en el campo de batalla para salir bien
librado , burlando la muerte, y así pues decidió amarla con su boca, deslizándola sobre sus caderas , sobre sus ingles y
vientre , llegando al voluptuoso y deseadado clítoris de tan preciosa mujer .
No le costó mucho sorber sus deliciosos aromas y líquidos internos que bebió con tal incrédula insatisfacción y con tal
asombro autoinflingido que intentó justificarse pensando para sí , que esa era el camino con el que lograría
CONQUISTAR solo para él, el alma de ésta su mujer , hazaña imposible de no ser por este y otros actos de peculiar
refinamiento sexual.
Pero todo fue natural, como siempre fue entre hombre y mujer, entre macho y hembra, por el confín de los tiempos, y en el
momento de máxima excitación Mariela descargó su tensión en un exquisito orgasmo hábil y ávidamente recogido por el
poderoso hombre, satisfaciendo de este modo todo su incontenible e irrefrenable hambre de amor.

Cuando se recuperó de tan intensa experiencia, recompensó a su macho con la dulzura de sus manos, acariciando sus
testículos de forma juguetona y finalmente y de forma decidida, agarró su erecta verga incontenida por el tapujo que la
decoraba, y, acto seguido, mostróle el camino del placer, casi obligándole a penetrarla , oprimiendo con su otra mano , de
forma incompasiva, y con firmeza, los glúteos de Marco.
En el momento de la unión genital, del placer supremo, la mezcla del sudor y los líquidos corporales diversos… vaginales,
salivales … éstos comenzaron a despedir un dulce , intenso y embriagante aroma QUE SERIA LA ESENCIA MISMA
DEL SECRETO DE LA RECETA GASTRONOMICA de Mariela. Ella lo supo y enjugó los mismos con un fino paño
absorbente que luego le ayudaría a amasar su extraña y codiciada receta.
Pero esto solo fue una pausa, que no le impidió a Mariela recibir el azote de las embestidas masculinas cada vez mas
rítmicas y fuertes, hasta el momento en el que ambos no sintieron ni siquiera sus sexos, por el ardor que producían sus
encajados movimientos, y como si fuese el momento del choque en la llanura de dos hordas de soldados enemigos, llegó el
momento final en el que ambos orgasmos se sumaron al unísono.
Mariela sabia qué hacer en ese preciso instante, el amor a su compañero, le provocó instintivamente una última reacción,
en favor de su amante, antes de correrse extenuadamente satisfecha.
Le empujó fuera de sí y con dos fuertes golpes de mano sobre el dilatado glande de su hombre consiguió su deseo final,
recibiendo asombrada pero deliciosamente excitada, la incontenible lluvia del marmóreo fluido seminal proveniente del
interior del jadeante soldado.
El ritual terminó cuando ella esparció por sus pechos, brazos, ingles y bajo vientre, tan preciado líquido para finalmente
incorporarlo al LIENZO DE LOS DESEOS.
Esa mañana después del desayuno sexual mantenido con IL SIGNORE, Mariela, la TOSCANA, amasó el pan perfecto, tan
perfecto que llegó a los oídos del mismísimo EMPERADOR, el cual ávido de nuevas experiencias y placeres, deseaba
conocer y degustar las virtudes gastronómicas de tan afamada damisela de la TOSCANA…
Así pues, Mariela fue llamada a la corte de Roma a través de un mensajero y desde aquel entonces fue conocida como
Mariela Magna , la Repostera Imperial.
Cuenta esta leyenda, perdida en el tiempo, que el amor que desde entonces se profesaron ambos amantes fue sentido por el
resto de sus días siendo imposible de valorar su magnitud , y también en este mismo relato, tan recurrente entre los
ancianos del pueblo de Montepulciano , se habla de una feliz vida de amor llena de una armonía de pareja , sin igual.
Y COLORIN COLORADO ….… ESTE CUENTO …TAMBIEN TÚ LO HAS SOÑADO.

* Relatos publicados con el consentimiento de sus autores. Prohibida la reproducción total o parcial.

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Mensaje  senorsuerte Mar Abr 20, 2010 3:52 am

hola para el que quiera leer mis relatos y mi novela el auriga de delfos ahi va mi enlace... lol!

Arrow HTTP://SENORSUERTE.BLOGSPOT.COM lol!

BESOS ....PASARLO BIEN , AVENTURA ROMANCE SEXO ....Y MUCHAS MUCHAS SORPRESAS .... MMMM JA JA JA Shocked geek

EL PAN ESTA CALENTITO RECIEN SACADO DEL HORNO CHAOOOO

MI MAIL

SENORSUERTE@HOTMAIL.ES bounce

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